martes, 15 de julio de 2008

Un pasaje

Y así transcurrimos por este paseo momentáneo
en un intento de sostener sueños y apostolados,
en donde no hay más que nosotros mismos.
En donde existir es un segundo
e intentar ser aquello que se cree
se debe ser o se quisiera ser,
lleva toda una vida;
para morir al final
siendo simplemente,
aquello que se es.
El resto de la obra
queda en el cementerio de marquesinas
en donde yacen los muchos
que decidieron no participar de este paseo
y se cubrieron el ser de personajes
que actuaron por ellos...
En un suicidio silencioso y desapercibido,
pero de seguro el más cruel,
en el que la agonía
dura toda la obra
y no hay lugar
ni a epitafio...